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lunes, 17 de febrero de 2014

EL SONIDO, EL OIR Y EL ESCUCHAR

Bueno, hubo doble post esta semana, algo inusual en mí. Pero necesitaba descargar esto que me pasa. Muchos tal vez no lo saben, pero yo soy hipoacúsica. Mi problema no es de gravedad, es decir, no es degenerativo y por ende no hay un alto riesgo a que se modifique.

Mi hipoacusia fue detectada de la forma más extraña e inimaginable (ahora verán por qué se dice que es un tipo de hipoacusia rara) justo cuando sólo contaba con nueve años: un sábado me metí a bañar y ¡sorpresa! Se me metió agua dentro del oído izquierdo; convengamos que no es una sensación para nada agradable, cuando eso pasa parece que te retumba todo aquello que escuchas y oyes de forma cavernosa, en fin, estuve todo el fin de semana con la méndiga gota adentro de mi oído sin que se fuera. Llegó el lunes y yo tenía que rendir un examen, por lo que no podía faltar aunque hubiera sido necesario para que me viera de urgencia el otorrino, pero yo siempre de aplicada, decidí que tenía que rendir el examen y cometí la locura de ir a la escuela, la cual no era tampoco tan normal, la institución tiene una capacidad para 4000 alumnos, o sea, imagínense el ruido que hay todos los días cuando hay recreo… añádanle a eso el efecto sonoro del eco de la caverna y tienen la fórmula perfecta para un dolor de cabeza del tamaño de un elefante. Historia corta, llamé a mi madre desde el celular casi en lágrimas, porque no soportaba más, mi mamá (Dios la bendiga porque llegó a los cuetes por mí) me sacó de la escuela y a las carreras atravesamos casi toda la ciudad de México para que me atendiera el otorrino. Llegamos, el médico me revisa, no encuentra aparentemente nada, pero no se queda cruzado de brazos y decide que me hagan una audiometría de urgencia. Yo para esto estaba que no entendía mucho lo que pasaba, aunque veía a mamá preocupada, me dedicaba a tratar de pasar el rato con mi hermana aunque mucho no lo disfrutaba por el retumbe que tenía en el oído.

Me hacen mi primera audiometría. Creo que jamás me imaginé que ése sería un momento que marcaría mi vida para siempre, capaz de haberlo sabido hubiera prestado más atención al lugar. Lo único que recuerdo era que quedaba en uno de los décimos pisos del hospital en donde me trataba mi otorrino, las paredes de la sala de espera eran blancas y los sillones negros. Adentro en el consultorio, las paredes eran de color amarillo canario. Recuerdo que me separaron de mis papás (mi viejo también había llegado del trabajo después de unas horas, ya que eran alrededor de las siete de la tarde), me hicieron entrar en una especie de cabina colocándome unos auriculares muy desgastados, para esto yo pensé que me iban a pasar música, vaya chasco me daría después, porque no era musiquita lo que tendría que escuchar. La doctora, que debería de haber estado en sus cuarenta, tenía el pelo castaño y corto hasta un poco más arriba de los hombros, era algo brusca pero me explicó amablemente que a continuación iba a escuchar ruidos desde los auriculares, cada vez que los escuchara tenía que pulsar un botón. Nos dieron los resultados de inmediato y regresamos con mi otorrino para el veredicto. Todos estaban en silencio, incluso la atrabancada de mi hermana había dejado de jugar con sus cosas como intuyendo que algo pasaba. El doctor valora mi audiometría y con el entrecejo fruncido suelta un suspiro para luego anunciar que a partir de ese momento tendría una compañera de vida con la cual luchar casi a diario. No había duda, era hipoacúsica.
Me realizaron pruebas para determinar dónde estaba mi “herida” por así decirlo. Debo decir que no fue muy agradable estar acostada casi dos horas con chupones en toda mi cabeza que parecían pasar descargas eléctricas, haciéndome doler la cabeza (este estudio se llama Potenciales Evocados). Ahí se detectó que mi problema residía en el oído medio.

¿A qué viene toda esta explicación loca, se preguntarán? Pues bien, hasta hace unos años atrás mi audiometría siempre estuvo estable, lo que se modificó desde ese entonces fue el otro estudio llamado logometría. Es el estudio que determina cuánto puedo discriminar (entender) de las palabras que se me dicen. Eso ha ido desmejorando, lo cual ahora de grande me preocupa.

Cuando era niña y recién me enteré de que sería hipoacúsica de por vida, era como si no le diera la importancia que tendría que haberle dado. Seguí con mi vida normal, cuando a lo mejor tendría que haber hecho algún tipo de terapia, pero si lo pienso bien creo que lo que me ayudó mucho fue haber pertenecido al coro de mi escuela y más tarde de la Iglesia (había iniciado incluso antes de que se me detectara mi hipoacusia, lo cual asombraba a la gente, pues cantaba con voz de soprano, sacaba en el teclado que tenía en mi casa algunas de las canciones que cantábamos por oído). Hoy de grande me preocupa un poco más porque es desesperante, casi, el hecho de que tenga que andar preguntando el clásico “¿qué dijiste?”, es insoportable pedirlo tantas veces cuando no casas una palabra de lo que te dicen. No me puedes susurrar porque no voy a entenderte, de hecho en estas situaciones siempre aplico la regla de los pingüinos de Madagascar (“sonrían y saluden, chicos; sonrían y saluden”), ojo que si tengo gran confianza con la persona me alejo y le pido que me hable bajito o sin sonido gesticulado, así le hago lectura labial.

Los aparatos auditivos que hoy tengo no están cubriendo la potencia de lo que mi hipoacusia requeriría. Un implante coclear no sería la opción más adecuada hasta ahora, porque yo nací oyendo, con el implante tendría sonidos casi robóticos, lo cual sería molesto, al menos para alguien como yo. Así es como tuvimos que buscar la mejor solución, la tecnología ha avanzado muchísimo y por suerte existen un par de aparatos que se ajustan a mi pérdida, pero lógicamente, las grandes cosas vienen con precios altos, más en el mundo en el que vivimos actualmente donde la economía está en cuerda floja.


¡Ay, mi querida hipoacusia! No eres nada barata. Cada auxiliar que necesitas sale lo mismo que un auto.
Es por eso que, gracias a la ayuda de mi mamá, comenzamos a buscar la forma de poder solucionar este tema, ya que por lo de mi discriminación se urgía poder tener unos aparatos de esta calibre. Lógicamente, el dinero no alcanza, pero luchamos en la obra social para que eso pasara.

No lo voy a negar, tuve miedo. Mucho miedo. A veces me levanto y me pregunto si algún día llegará el día en el que oiga y no escuche, es decir, logre percibir los sonidos pero no entienda las palabras. Me asusta pensar en eso. Mis médicos me han dicho que eso no es probable, pero mi angustia no se va del todo, siempre esa semillita de duda estará en mi mente. Pero gracias a Dios me tranquiliza saber que hay algo que me puede ayudar.

Cuando me probé los aparatos que les cuento, fue como escuchar de nuevo. Los que oyen normal, capaz intentan imaginarse cómo es eso, la metáfora más cercana que les puedo dar es: mis aparatos que hoy uso son como una televisión HD, esa televisión que entró en furor en el 2009, que tenía una calidad sorprendente, pero que con el paso del tiempo comenzó a tener una imagen casi similar a la de una analógica, los aparatos nuevos son como las televisoras SMART 3D donde captas todo lo que una imagen te puede ofrecer. Más o menos así sucede con mis auxiliares.

Hoy me dieron una gran noticia, que por eso es el post de hoy. Para agradecer.

¡¡¡ME DIERON MIS APARATOS!!! La obra social me los cubre, voy a poder escuchar mejor.

Por eso doy gracias. Gracias Dios, por siempre estar conmigo, dándome señales por doquier. Gracias mamá por tu lucha. Gracias Queque por tu apoyo constante y tus risas. Gracias Belle, Lucy, abuelos, por bancarme tanto. Gracias a mis compañeros del trabajo, por sus palabras de aliento cuando llegaba de uno o de otro lugar. Gracias en serio a todos, los que en la distancia, también me acompañaron.

Mi hipoacusia será una compañera de vida eterna. Mi querida enemiga/amiga, que me pone retos para superarme.

Creo que me he quedado ya sin más palabras para decir. Simplemente lloro de alegría y emoción.

¡Hasta el próximo post!


¡Los quiero!

sábado, 15 de febrero de 2014

CUENTA LA LEYENDA... QUE CUPIDO TAMBIÉN LA CAGÓ CON ÉL MISMO

Antes que nada aclaro que lo que se relatará a continuación no es una leyenda, sino más bien un mito, pero sentí que para el título quedaba mejor. Este nuevo post va dedicado a todos los que hemos padecido del mal de amores, aquellos que hemos maldecido al pequeño querubín inconsciente que nos flecha de sapos y brujas a cada aleteo que da. Ese diosecillo romano que lleva pañales puestos debido a que siempre la anda… cagando.

Para aquellos que no están familiarizados con el mito de Cupido en sí, este post seguramente les hará ver que incluso Cupido falla en el amor, ya que nunca será del todo perfecto (a juicio de esta loca escritora, el amor es algo así como un arte perfectamente imperfecto #SonóReCursi). El Día de San Valentín en muchos lados se festeja como el Día de los Enamorados, mientras que en otros pasa como una doble jugada (todo esto comercial, por supuesto) en donde no sólo es el día de los novios y las novias, sino que también se celebran a los amigos, como en el caso de México; es por eso que el 14 de febrero entra dentro de la línea comercial, a fuerzas tienes que regalar algo a alguien en este día sino quedas como un avaro zopilote que no gasta ni un centavo en sus seres queridos.

Esa es la realidad de este día. Pero, volviendo al título del post, se supone que este día es para celebrar el amor que el bueno de Cupido nos trajo de la mano de sus flechas y su carcaj. ¡Oh, méndigo diosecillo! Siempre cometiendo tras pies al formar parejas (más bien crea dis-parejas), pero lo cierto es que en el mito hasta este joven dios sufrió a causa del amor.

Festejo este día con todos ustedes compartiéndoles el mito, que seguro empezó como una leyenda, del día en que el dios del amor la cagó al flecharse a sí mismo. Antes de comenzar aclaro que es una versión de los autores Potter y Robinson (del libro «Mitos y Leyendas del Mundo») donde no sólo se revisa esta historia, sino que nos relata cómo y dónde surgió. Recordándonos que el verdadero Cupido romano distaba mucho del querubín al que todos odiamos. Acompáñenme pues, queridos lectores a leer esta historia de Cupido, el dios joven y gallardo, hijo de Venus, y de su enamorada mortal, la princesa Psique, y de cómo este amor cayó en tragedia...

domingo, 2 de febrero de 2014

SHERLOCK, WE ARE NOT IN HOGWARTS ANYMORE

Bienvenidos a esta nueva crítica literaria. Este es el turno del mejor libro que he leído del género policial de nuestra época: «The Cuckoo’s Calling», en español traducida como «El Canto del Cuco» (para mí la mejor traducción sería «Cuando el Cuco Llama» #SóloDigo), del autor Robert Gailbrath, quien no es otro que (#RedobleDeTamboresPlease)… J. K. Rowling; sí, lo leyeron bien. No, no es un delirio mío. Resulta que Rowling quiso sacar un libro donde las críticas no la compararan siempre con su trabajo realizado por la saga de Harry Potter, así fue como decidió sacar su nueva novela  con un seudónimo. El tiro le salió por la culata cuando la firma de abogados que utilizó para poder patentar la firma de Gailbrath, la descubrió mundialmente. De más está decir que Rowling les realizó una demanda millonaria debido a que quebrantaron el secreto de abogado-cliente, lo bueno es que el dinero que obtuvo de esto fue a parar a su fundación Lumos que se dedica a investigar sobre la esclerosis múltiple.


Bueno, retomando el tema que nos compete: ¿Qué tal está el libro? Creo que es una pregunta que me gustaría responder de principio. Como ya les he contado, soy fanática de la escritura de Rowling, por lo que sólo puedo decir que éste ha sido un libro de ensueño para mí, simplemente porque desde que terminó con Harry sentí que debía advocarse en el género policial, puesto que en Harry siempre había ese elemento, donde el joven mago a veces la hacía de detective para poder resolver las fechorías que tramaba Voldemort. Por lo que no me puedo quejar, este es uno de los mejores libros de detectives que he leído.
Ahora, entonces, les invito a que se adentren conmigo en la magia de este libro que realmente no tiene más magia que la de prestar atención a las ilusiones que existen en un mundo donde el crimen está a la orden del día.

sábado, 11 de enero de 2014

CONFESIONES DE UNA CHICA SIN FILTRO

Vale, confieso que he vuelto a caer en esa rama de la literatura, donde todo es empalagoso, romántico y de color rosa. Llegué a este libro de pura casualidad, en un principio pensé que iba a ser más de lo mismo (es más de lo mismo), pero me resultó un tanto entretenido, quizá porque pude identificarme en el personaje principal… Bueno, antes de que empiece con eso les presento al libro. Su nombre, en español, es “No te lo vas a creer”. Gente, libro. Libro… ¿gente? Ok, es la presentación más bizarra que jamás he hecho, tenido, dicho o escrito #TengoUnHumorRaro #YoSolaEntiendoMisChistes.

Punto a parte. El libro está escrito por Sophie Kinsella, las aficionadas del romance seguro han oído hablar de ella y para los que no, les cuento que Sophie es la autora de la saga Shopaholic, ¿aún no les suena? Es la saga en la que se basaron para hacer la película algo extraña sobre una chica que se desvive por comprar: Confessions of a Shopaholic, que protagonizan Isla Fisher y el guapísimo de Hugh Dancy –soy una chica, así que no juzguen, ¡me encanta Dancy! Y tal vez otro par de actores más… #AyeSeTildó… Cof, cof… bien, ¿en qué estábamos? ¡ah, sí!–. Sophie es la misma autora de este libro, lo curioso que es el primero con el que se dio a conocer con este seudónimo (su nombre real es Madeleine Sophie Townley). ¿Quieren saber un poco más sobre este chick-lit? ¡Pues síganme!...

miércoles, 23 de octubre de 2013

LA GUERRA DE DOS ROSAS


Hace un mes prácticamente me enganché con una serie de HBO, algo que realmente creía improbable (culpen a mis prejuicios). Con lo que me sorprendí a mí misma cuando me descubrí siguiendo la “nueva” serie que habían sacado al aire en co-producción con Starz.

Confieso que lo primero que me enganchó fue cierto actor inglés, hijo de uno de los mejores actores de ese país (sí me refiero a Max Irons y a su padre Jeremy), pero la historia terminó por atraparme. Cuál sería mi reacción al descubrir que estaba basada en una serie de libros, los cuales planeo comprarme apenas pueda, sin duda me quedé más que enganchada.

Es así como doy inicio a la crítica de la semana, a la serie que se basa en la Guerra de las Rosas: The White Queen (“La Reina Blanca”) .

miércoles, 16 de octubre de 2013

DE HOGWARTS AL PUEBLO MUGGLE DE PAGFORD




Seguramente ya con el título se darán una idea sobre qué tratará el post de esta semana, y si no, ya comienzo a aclarar.

Las Navidades pasadas me regalaron un libro que había estado esperando con ansias locas desde el 2007, ¿por qué esperé tanto? Porque se trataba de la nueva novela de mi escritora favorita: J. K. Rowling, mejor conocida como la autora de las novelas de Harry Potter.

Como ya sabrán, la nueva novela de Rowling no es para nada un libro infantil como lo era Harry Potter, sino que es algo para adultos, algo de lo que estoy completamente de acuerdo una vez que terminé (por fin) de leerlo –#HarryWeAreNotInHogwartsAnymore–. Debo decir que me llevó un trayecto muy largo poder devorarme el libro por completo debido a la complejidad que tiene, algo que alabo en Rowling porque se nota su crecimiento como autora, es ese tipo de “madurez” que rara vez se ve en los autores literarios contemporáneos y que son más propios de los autores clásicos como Dickens, Wilde o Dumas.

Así que comienzo con mi opinión sobre esta interesante novela política (porque hay que admitir que por los temas que trata entra dentro de este sub género):

“The Casual Vacancy” (Una Vacante Inesperada)

miércoles, 9 de octubre de 2013

UNA AVENTURA EN EL MUNDO DE LOS CHICOS



Tardé mucho, lo siento… #MiInternetNoFuncaba, pero lo bueno es que ya regresé. Esta vez les traigo en el post una recomendación sobre una historia que terminé de leer hace unos meses atrás, puedo decir honestamente que me atrapó de principio a fin. Antes que nada les aclaro que no soy muy fan de las novelas románticas, porque a veces las siento irreales, aunque usualmente sólo funcionan para pasar el rato –soy más del tipo de novelas de suspenso,  acción, fantástica o histórica–. Así que no es tampoco extraño que, de vez en cuando, sienta que una necesidad de algo del tipo “azúcar empalagoso” se apodere de mí, o al menos no del todo.

Fue en uno de esos extraños momentos que hicieron que acabara con esta “novela” en mis manos, y déjenme decirles que disfruté el viaje de ida y de vuelta. Realmente no fue como lo esperé, es más pensé que sería una típica historia adolescente (a pesar de que lo es), pero su narrativa hizo que se me moviera el tapete, así que… sí, la historia estuvo buena.

El libro se llama Babe in Boyland (“Una Chica en Chicolandía”) de Jody Gehrman, y cuenta las aventuras de Natalie Rowan, una joven de unos diecisiete años de la secundaria Mountain View, la cual es columnista del periódico escolar. Así que te invito a que conozcas un poco más de esta historia…